El ritmo de Marruecos

Hace tres días que he vuelto de Marruecos y ni allí tuve tiempo de escribir, ni al volver he encontrado un hueco para hacerlo… hasta ahora, por fin saco unos minutillos.

Marruecos es un país fascinante, lleno de contrastes y en pleno crecimiento. Al igual que en otros países (me viene Asia a la cabeza) han conseguido combinar la tradición con la modernidad en muchos aspectos. A priori pienso en gente que va trajeada por la calle junto a otros perfectamente elegantes con su túnica (no sé cómo se llama) que parece una camisa larga con bolsillos y todo. O ser capaces compaginar el trabajo con las 5 oraciones diarias que tienen que realizar, de hecho muchas empresas incluyen una sala para la oración en sus instalaciones. Por no hablar de encantadores de serpientes y adiestradores de monos que te asaltan hablándote en tu idioma al lado de puestos en que te venden iPhones y Samsung Galaxy SIII…

No puedo decir que todo lo que allí he visto sea bueno o me haya gustado, también hay por supuesto muchas cosas que no apruebo, entiendo o haría. Pero es así como se va a otro país: eres el invitado y tienes que adaptarte a lo que haya, como dice un viejo refrán castellano “allá donde fueres haz lo que vieres”.

En este periplo de una semana, pasé (que no visité) tres grandes urbes como son Casablanca, Agadir y Marrakech.

De la primera poco puedo decir más allá de que el tráfico (“les embouteillages”) nos superó, dando inicialmente al traste con nuestra organizada agenda. Pues además del excesivo número de vehículos (desde los clásicos taxis Mercedes-Benz 240D de 1975 a nuevísimos coches de todas las marcas) que pululan por todas y cada una de las calles de la ciudad por muy estrechas que sean, se unen las obras del moderno tranvía que llevan ya un par de años y debería inaugurarse el próximo 12 del 12 del 2012. Mientras tanto los que triunfan son los "Petit Taxi" (a la izquierda).

Al final, aprovechando comidas y cenas conseguimos completar casi el 100% de las reuniones previstas. Y me sorprendió gratamente que por muy ajetreada que estuviera la gente, siempre sacaban a relucir su hospitalidad, ofreciéndote la tradicional taza de té nada más estrechar las manos.
Lamentablemente, no contar con ni un minuto libre nos impidió ver qué había más allá del bullicioso tráfico de la gran Casablanca. Habrá que volver ;-)

El vuelo vespertino a Agadir fue tranquilo y rápido, permitiéndonos llegar a tiempo de refrescarnos en el hotel e ir a cenar con nuestros siguientes contactos, pero eso ya os lo cuento el próximo día que sino me alargo demasiado…y también nos queda Marrakech.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Quieres ser mi Valentín?

El poder de convocatoria de las redes sociales

Recuperar Meizu m2 Note tras brick